Por: Andrea Salazar Arango
Gerente de Programas
Fundación Saldarriaga Concha
Si bien
las transiciones de la guerra a la paz son un problema tan antiguo como las
guerras mismas, el concepto de construcción de paz sólo emerge como un conjunto
coherente de herramientas y análisis para la administración de dichas
transiciones recientemente.
En 1992, el entonces Secretario General de la
Organización de las Naciones Unidas (ONU) Boutros Boutros-Ghali, publicó la “Agenda para la Paz” en la cual, por
primera vez, se presentaron elementos de la construcción de paz para el post conflicto,
con el fin de ayudar a la prevención y solución de las guerras en la posguerra
fría, al interior de los países en el mundo.
Así, identificó la
construcción de paz como todas las acciones dirigidas a identificar y apoyar
estructuras tendientes a fortalecer y solidificar la paz para evitar una
recaída en el conflicto (Boutros Ghali, 1992).
De esta forma, en los procesos de paz en donde se busca una transición
de un período de guerra a la paz, se pretende promover la capacidad para
diseñar programas que apunten a la ingeniería de la reconstrucción de la
infraestructura, así como también al desarrollo de mecanismos de restauración
social, económica y política que apunten al tratamiento de las causas que en
principio produjeron el conflicto, para evitar su recaída.
Inicialmente,
los enfoques de construcción de paz estaban sólo enmarcados en esfuerzos
militares, de recuperación del territorio y dejación de armas. Sin embargo, con la evolución y aparición de
conflictos en distintos componentes, el mundo se vio en la obligación de
entender las estrategias de construcción de paz desde perspectivas más amplias
de desarrollo que incluyan el abordaje de las estructuras de los conflictos y
generen oportunidades para la población en general.
Anteriormente
se entendía solo en perspectiva de post conflicto, es decir, acciones a
desarrollar posterior a la resolución de un conflicto por cualquiera que fuera
el medio. Ahora, con la evolución que
han tenido conflictos en el mundo, como por ejemplo el Colombiano, se ha visto
la necesidad de entender desde el desarrollo del conflicto mismo, no esperar a
que el mismo termine. Esto en vista de
que todos las acciones que se puedan desarrollar durante el conflicto mismo
para construir tejido social, pueden augurar una paz mucho más sostenible.
El concepto de construcción de paz es un proceso aún en
construcción. Sus avances se han dado
gracias a la implementación de esfuerzos ad hoc, aprendiendo sobre la marcha y
partiendo de los análisis, primordialmente post intervención, que se han hecho
sobre sus efectos.
El
conflicto colombiano ha afectado indiscriminadamente a la población desde hace
más de 50 años. Aun cuando hay
poblaciones que han sufrido más que otras sus efectos, las características de
las dinámicas del conflicto han hecho que a lo largo y ancho del país se sufran
sus consecuencias.
El
conflicto armado colombiano y las dinámicas de violencia en Colombia,
encuentran sus raíces entre otros, en inequidad y exclusión. Esta situación es aún más crítica para
poblaciones que presentan alguna vulnerabilidad, y para la población con
discapacidad y los adultos mayores es aun más claro. Las acciones que se hacen deben ser más aglutinadoras.
Hoy hay acciones dispersas, la idea es encaminar todas estas acciones hacia una
misma meta de construcción de paz. En
los últimos años la discusión de paz se ha llevado a que no hay construcción de
paz si no hay construcción de políticas de desarrollo. Debemos entender esa paz
en términos de desarrollo social, para superar inequidad.
La
Fundación Saldarriaga Concha, gracias a su trayectoria y aprendizajes, hoy le apuesta a la
construcción de paz. Nuestras acciones
no pueden ser ajenas a la realidad de las necesidades del país. Por esta razón, le apostamos a la inclusión
de las personas como marco de acción para mejorar las condiciones de la calidad
de vida de poblaciones cuya vulnerabilidad se recrudece debido a las dinámicas
del conflicto.
Nuestros
proyectos tienen como objetivo el empoderamiento en deberes y derechos, el
diseño y la implementación de metodologías que faciliten la inclusión de las
poblaciones con las que trabajamos, y más importante aún, el uso de marcos
conceptuales que den herramientas de análisis, comprensión y trabajo con
poblaciones que han sido afectadas por el conflicto, pero que además, den
cuenta de todas las dimensiones del ser humano en un ambiente de construcción
de paz. La Fundación entiende que los
esfuerzos en materia de paz no se pueden hacer solos. Invitamos a socios y amigos a aunar esfuerzos para trabajar por la Colombia que
queremos.